Miradas Encontradas/ Mariano Aliaga
Suena el teléfono móvil y al otro lado una voz con profundo acento andaluz anuncia lo que llevaba dias esperando después de nuestra última comida conjunta cerca de Madrid.
- "Te espero el jueves de preferia en la finca para que conozcas la ganadería".
Sin acertar con la respuesta adecuada ni con el agradecimiento oportuno, víctima de los nervios, la despedida es breve para luego quedar parado, solo con mis pensamientos.
El miércoles concretamos la hora e intentamos dormir con la ilusión de niño en noche de Reyes esperando el regalo.
Sin necesitar despertador, porque estaba dentro el natural, salto a la ducha interrumpida por llamada que anuncia el anticipo de la hora. Escaso y veloz desayuno, para aún así adelantarse Javier Arroyo y llegar al hall del hotel antes que yo bajara a esperarle.
Ya en el coche hablamos de la ruta y ni siquiera hacemos breve parada de "cafelito" porque el camino es corto, apenas una hora. Recordamos tantas tardes de admiración por la belleza de antepasados de los toros que vamos a conocer, guapos de cara, guapísimos. Ojos rasgados como de pícaros seductores,. Capa cárdena en taurino, como pelo canoso humano que atrae a féminas maduras. Amplias cornamentas desafiantes que simbolizan su poder y músculos marcados que muestran su fuerza.
Después de consultar a algún amable paisano de la zona llegamos por fin a la entrada de la finca, donde figura el nombre actual sin ningún resto del anterior. “Partido de Resina”.
Sin quitar ni lo más mínimo al agradecimiento para aquellos que evitaron su desaparición, se añora una referencia a la familia de Pablo Romero que durante tantos años dieron prestigio a una ganadería en otros tiempos deseada por las figuras.
En el patio de la entrada nos encontramos con los novilleros que intervendrán en la tienta, torero que lidiará un toro de esta ganadería en dos semanas y al banderillero premiado el dia anterior con música en la Maestranza. ¿Existe mejor premio que escuchar la banda de esta plaza?. Un lujo de compañía completada con otros entrañables amigos, subalternos y apoderados al mismo tiempo.
Durante la espera al gerente para dar comienzo, paseo por el cortijo empapando los sentidos del sabor taurino añejo que se respira, imaginando momentos de gloria. Salón con chimenea donde seguro que alrededor cuajaron conversaciones profundas de sabiduría de ganadero y toreros. Cuadros de antes y ahora, cabezas de toros célebres que alcanzaron la fama y el recuerdo por su comportamiento en el ruedo, incluida la de Joyerito ante la que merece la pena detenerse unos minutos para admirarle incluso después de su muerte, leyendo despacio todas las letras que describen su historia en placa bajo su badana.
Coches de caballos para exposición milimétricamente limpiadas para deslumbrar incluyendo el hierro de la familia Romero que los marca .
A continuación visita al mayoral con imagen imposible mejor si se piensa, sentado en su mesa, escribiendo en su cuaderno notas de quién sabe qué vaca o toro, con el rayo de luz que ilumina la estancia y con su voz amable de la gente de campo, humilde y educada como si nadie supiera a quien pertenece el mérito de la continuidad del hierro, por el esfuerzo y sacrificio de generaciones de su familia.
La tienta y la lidia transcurren con normalidad aparente y disfrute de los del ruedo. Novillero de importantes compromisos este año en Zaragoza, Sevilla y Madrid demostrando su capacidad pero con la humildad de escuchar el guión dictado desde burladero por torero cuajado.
Llamada para subir al todo terreno e invadir los terrenos de los toros. Conduce el hijo del mayoral, a su lado el torero y detrás me acompaña Javier con su inseparable cámara. Vimos varios toros incluyendo los de Madrid. El copiloto, matador, es quien abre y cierra cancelas para llegar hasta un toro cárdeno muy serio, cuajado que levanta la cara y nos mira desafiante. Perfecto ejemplo de la divisa. El conductor mueve el coche hasta llegar a un metro escaso de distancia donde el matador queda mirándole fijamente a los ojos intentando adivinar lo que lleva dentro. Miradas mutuas entre toro y quien será su matador en dos semanas pero el animal no lo sabe, tal vez lo adivine. Casi pueden tocarse. Pasan varios minutos y la escena se mantiene hasta que cuando el torero dice que le gusta le pregunto qué le transmiten los ojos. Y me lo explica, amablemente, despacio, diferentes miradas como en las personas, de maldad, bondad, temor, desafío. Y además torean mirándose fijamente.
Así lo hizo en la plaza de Zaragoza el pasado dia 24 de Abril en corrida concurso este torero, Rafaelillo, con este toro, Quesero, al que no picó Antonio Muñoz, hijo del mayoral, conductor aquel dia y picador habitual de la cuadrilla de Rafaelillo que actuó como segundo. Quesero fue muy ovacionado de salida por su lámina y trapío, acudió en cuatro ocasiones de lejos al caballo luciendo en varas y haciendo lucir al picador premiado como mejor del concurso . En la muleta mostró su nobleza aunque le faltó un punto de raza y Rafaelillo interpretó una buena faena metiéndole en la muleta sobre todo por el pitón izquierdo aunque sin trofeos por fallar con la espada. Quesero fue aplaudido en el arrastre y sin duda el mejor del concurso por el conjunto de su comportamiento con bravura, aunque el premio se lo dieron al más noble en la muleta. Pero eso importa menos. Premios son despojos o metales. Queda el recuerdo de su imagen en el campo y en la plaza, estampa pura de toro, galopando al caballo para recibir castigo, embistiendo con nobleza, muriendo con dignidad. Un toro.
- "Te espero el jueves de preferia en la finca para que conozcas la ganadería".
Sin acertar con la respuesta adecuada ni con el agradecimiento oportuno, víctima de los nervios, la despedida es breve para luego quedar parado, solo con mis pensamientos.
El miércoles concretamos la hora e intentamos dormir con la ilusión de niño en noche de Reyes esperando el regalo.
Sin necesitar despertador, porque estaba dentro el natural, salto a la ducha interrumpida por llamada que anuncia el anticipo de la hora. Escaso y veloz desayuno, para aún así adelantarse Javier Arroyo y llegar al hall del hotel antes que yo bajara a esperarle.
Ya en el coche hablamos de la ruta y ni siquiera hacemos breve parada de "cafelito" porque el camino es corto, apenas una hora. Recordamos tantas tardes de admiración por la belleza de antepasados de los toros que vamos a conocer, guapos de cara, guapísimos. Ojos rasgados como de pícaros seductores,. Capa cárdena en taurino, como pelo canoso humano que atrae a féminas maduras. Amplias cornamentas desafiantes que simbolizan su poder y músculos marcados que muestran su fuerza.
Después de consultar a algún amable paisano de la zona llegamos por fin a la entrada de la finca, donde figura el nombre actual sin ningún resto del anterior. “Partido de Resina”.
Sin quitar ni lo más mínimo al agradecimiento para aquellos que evitaron su desaparición, se añora una referencia a la familia de Pablo Romero que durante tantos años dieron prestigio a una ganadería en otros tiempos deseada por las figuras.
En el patio de la entrada nos encontramos con los novilleros que intervendrán en la tienta, torero que lidiará un toro de esta ganadería en dos semanas y al banderillero premiado el dia anterior con música en la Maestranza. ¿Existe mejor premio que escuchar la banda de esta plaza?. Un lujo de compañía completada con otros entrañables amigos, subalternos y apoderados al mismo tiempo.
Durante la espera al gerente para dar comienzo, paseo por el cortijo empapando los sentidos del sabor taurino añejo que se respira, imaginando momentos de gloria. Salón con chimenea donde seguro que alrededor cuajaron conversaciones profundas de sabiduría de ganadero y toreros. Cuadros de antes y ahora, cabezas de toros célebres que alcanzaron la fama y el recuerdo por su comportamiento en el ruedo, incluida la de Joyerito ante la que merece la pena detenerse unos minutos para admirarle incluso después de su muerte, leyendo despacio todas las letras que describen su historia en placa bajo su badana.
Coches de caballos para exposición milimétricamente limpiadas para deslumbrar incluyendo el hierro de la familia Romero que los marca .
A continuación visita al mayoral con imagen imposible mejor si se piensa, sentado en su mesa, escribiendo en su cuaderno notas de quién sabe qué vaca o toro, con el rayo de luz que ilumina la estancia y con su voz amable de la gente de campo, humilde y educada como si nadie supiera a quien pertenece el mérito de la continuidad del hierro, por el esfuerzo y sacrificio de generaciones de su familia.
La tienta y la lidia transcurren con normalidad aparente y disfrute de los del ruedo. Novillero de importantes compromisos este año en Zaragoza, Sevilla y Madrid demostrando su capacidad pero con la humildad de escuchar el guión dictado desde burladero por torero cuajado.
Llamada para subir al todo terreno e invadir los terrenos de los toros. Conduce el hijo del mayoral, a su lado el torero y detrás me acompaña Javier con su inseparable cámara. Vimos varios toros incluyendo los de Madrid. El copiloto, matador, es quien abre y cierra cancelas para llegar hasta un toro cárdeno muy serio, cuajado que levanta la cara y nos mira desafiante. Perfecto ejemplo de la divisa. El conductor mueve el coche hasta llegar a un metro escaso de distancia donde el matador queda mirándole fijamente a los ojos intentando adivinar lo que lleva dentro. Miradas mutuas entre toro y quien será su matador en dos semanas pero el animal no lo sabe, tal vez lo adivine. Casi pueden tocarse. Pasan varios minutos y la escena se mantiene hasta que cuando el torero dice que le gusta le pregunto qué le transmiten los ojos. Y me lo explica, amablemente, despacio, diferentes miradas como en las personas, de maldad, bondad, temor, desafío. Y además torean mirándose fijamente.
Así lo hizo en la plaza de Zaragoza el pasado dia 24 de Abril en corrida concurso este torero, Rafaelillo, con este toro, Quesero, al que no picó Antonio Muñoz, hijo del mayoral, conductor aquel dia y picador habitual de la cuadrilla de Rafaelillo que actuó como segundo. Quesero fue muy ovacionado de salida por su lámina y trapío, acudió en cuatro ocasiones de lejos al caballo luciendo en varas y haciendo lucir al picador premiado como mejor del concurso . En la muleta mostró su nobleza aunque le faltó un punto de raza y Rafaelillo interpretó una buena faena metiéndole en la muleta sobre todo por el pitón izquierdo aunque sin trofeos por fallar con la espada. Quesero fue aplaudido en el arrastre y sin duda el mejor del concurso por el conjunto de su comportamiento con bravura, aunque el premio se lo dieron al más noble en la muleta. Pero eso importa menos. Premios son despojos o metales. Queda el recuerdo de su imagen en el campo y en la plaza, estampa pura de toro, galopando al caballo para recibir castigo, embistiendo con nobleza, muriendo con dignidad. Un toro.
2 comentarios:
Guapos estos Pablo Romero... y es que cada vez que ves un "chatito" de estos, siempre se te viene a la boca su nombre original, sin dejar de agradecer por supuesto a quien ha ayudado a conservarlos, claro esta.
Creo que esta ganaderia deberia remontar el vuelo y colocarse donde siempre estuvo. Es una pena que los aficionados nos perdamos estas "preciosuras"... por lo menos desde el tendido son muy bonitos.
Un saludo Javier.
Pues si Marin, pasamos un mañana magnifica en Partido de Resina. Y la ganadería esta atravesando un momento bueno...
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