viernes, 6 de mayo de 2011

Crónica Sevilla:Crónica de José Antonio del Moral (La Gaceta)



11ª de feria en Sevilla. Salvando los papeles

Con una corrida en su mayoría indigna de la categoría de la Maestranza, El Cid, Cayetano y Daniel Luque lograron salvarse de la quema, cada cual desde sus respectivas circunstancias. El Cid consiguió la oreja del estupendo primer toro de Torrehandilla aunque la gente se quedó con ganas de haberle visto como sus grandes ocasiones porque toro tuvo para ello. Cayetano lo consiguió con el anovillado e impresentable quinto que también se prestó mucho al lucimiento, logrando dar la vuelta al ruedo tras una enrazada faena con sabor agitanado aunque tampoco a la altura de su oponente. Y Daniel Luque fue el que más merito tuvo de los tres frente al peor lote con el que anduvo muy por encima de su condición. Cortó la oreja del sexto y pudo cortar otra del tercero si no hubiera fallado a espadas.

Sevilla. Plaza de la Real Maestranza. Jueves 5 de mayo de 2011. Tarde calurosa con tres cuartos de entrada. Siete toros de Torrehandilla-Torrehebreros incluido el sobrero que reemplazó al cuarto, devuelto por cojo. Justa aunque desigualmente presentados entre bonitos o feos y de vario juego. De excelente condición el primero pese rajarse al final. Muy noble aunque muy tardo el segundo. Sin fijeza, muy remiso y defendiéndose aunque manejable el tercero. Muy tardo y soso el cuarto que se dejó por el lado derecho. El anovillado y sin cara quinto fue muy noble. Galopón y aquerenciado a tablas el remiso sexto. El Cid (prusia y oro): Estocada trasera tendida, oreja justita. Pinchazo y estoconazo trasero, silencio. Cayetano (musgo y oro): Estocada corta trasera, silencio. Pinchazo y estocada, vuelta al ruedo. Daniel Luque (perla y oro con remates negros): Dos pinchazos y estocada trasera caída ladeada, aviso y ovación. Muy bien Alcalareño en palos.

Hay tardes en las que los toreros hacen el paseo en la situación límite del seguir siendo lo que fueron o de conseguir lo que les falta para ser quienes pretenden. En el caso de El Cid, su feria se le estaba yendo de vacío y era necesario esforzarse al máximo para al menos terminar con dignidad. No había estado Manuel Jesús en su mejor versión en sus dos primeras corridas y era absolutamente imprescindible salir con una oreja por lo menos. Y eso fue lo que consiguió. Poco para lo que tanto él como sus partidarios hubieran querido, pero al menos un trofeo que le salvó por los pelos. Anduvo bien El Cid con el primer toro que fue de los de triunfo grande, el mejor o más bien decir el más fácil de los seis que afrontó en la feria, pero sin terminar de estar completamente a gusto porque el trasteo, largo y ancho, no tuvo total limpieza ni absoluta redondez. Para conseguir el premio, le salvó la estocada. Pero, ya quedó dicho que este toro fue de dos sin posible discusión. Nada importante, salvo algunos lances iniciales y una tanda por redondos, logró hacer con el deslucido cuarto.

Cayetano anduvo con su primer toro, noble aunque tardón, tan parsimonioso y templado como periférico y distante. El público no entró nunca en su faena, cosa que le desconcertó acostumbrado como está a que sus fans le jaleen todo sea como sea. Pero con el quito, por cierto el más comodito de los seis y ciertamente el más impropio de la categoría de esta plaza, tras dejárselo a modo su picador con dos puyazos tremendos y aunque el animal se fue a tablas, Cayetano le echó esa raza que ya le hemos visto sacar otras veces en momentos límite y, a su modo, sin preocuparse de componer ni de gustarse y menos de mirarse en ese espejo que tanto le pierde otra veces, logró poner al público de su parte y volver las lanzas en cañas después de haber escuchado hasta pitos cuando antes de comenzar la faena se sentó en el estribo esperando que le trajeran al toro que estaba al otro lado de la plaza. Menos mal que se fue a donde estaba el animal y allí, cerca de la barrera y muy arreado por sus peones, consiguió medio salvar su honor con una vuelta al ruedo que quizá hubiera sido una oreja de haber matado al primer envite.

Otra oreja, la de más valor y mérito de la tarde consiguió Daniel Luque del nada fácil sexto con el que estuvo hecho un león. Jugándose la barriga y con total entrega además de inteligente. Ciencia, potencia y esencia unidas en uno de los momentos más intensos de esta feria. Tal y como también anduvo antes con el tampoco grato tercer toro del que sacó más de lo que tenía en una faena de menos a muy más que también hubiera merecido otra valiosa oreja de no haber fallado con la espada. Luque tampoco había tenido suerte en su primera actuación sevillana pero, de los tres necesitados de ayer, fue el que obtuvo el éxito más legítimo. A Luque, además, se le veía venir con más largo futuro que sus dos colegas. Porque El Cid ya tiene hecha su historia y Cayetano todavía no ha pasado de anécdota.

Crónica Sevilla: La crónica de Barquerito (Colpisa)


Una gran faena de Daniel Luque


-El torero de Gerena deja probada su madurez –recursos, corazón, cabeza- y triunfa con un toro aquerenciado en tablas. Discreto debut de Torrehandilla en la feria de Abril
Sevilla, 5 may. (COLPISA, Barquerito)
Sevilla. 12ª de abono. Casi lleno. Veraniego.
Seis toros de Joaquín Morales. Tres -2, 3º y 6º- con el hierro de Torrehandilla y los otros, con el de Torreherberos. El cuarto, sobrero. De muy desiguales hechuras y trapío, y de variada condición. Muy bondadoso el primero; noble pese a su resistencia el sexto. Dio juego el quinto antes de rajarse. Apagados segundo y cuarto. Mansito el tercero.
El Cid, de azulete y oro, una oreja y silencio. Cayetano, de verde oliva y oro, silencio y vuelta al ruedo. Daniel Luque, de hueso y oro, saludos tras un aviso y oreja tras un aviso.
Texto
Dos horas y cuarenta minutos duró la cosa –calor de verano ya sofocante- pero los últimos diez minutos fueron los más de verdad: toreó con cabeza y corazón Daniel Luque un toro mansurrón pero no avieso, sino noble al ser gobernado, y que marcó querencia a tablas de sol casi desde la salida. Las tablas de sol propiamente están en Sevilla entre el portón de las cuadras y la puerta de toriles y no es fácil torear ahí, porque en los viajes a toriles los toros suelen arrollar por sistema y sólo en los de vuelta hacia el patio de caballos, y por los adentros, van o vienen con relativa claridad. Sólo que hay que aguantar y tragar en los dos casos. Saber, querer, poder, ponerse y estarse. Y en eso anduvo el misterio de todas las cosas que hizo Luque, que fueron muchas. De riesgo y tan de recursos como de riesgo y, por tanto, pensadas.
Faena discurrida sobre la marcha, con sus golpes de sorpresa obligados y que, de partida, se antojó imposible: antes de empezar siquiera la pelea en el tercio, el toro ya estaba en su cueva de tablas. Ahí pasó luego todo. En son creciente, clave de la tensión de esa clase de faenas. Primero, le ganó Daniel al toro pasos, que fue difícil hazaña, y fue tirando de él con llamativa suavidad. Podía haber sido un trabajo de trágala –un arrimón, digamos- pero no lo fue para nada, sino que las embestidas, arrancadas a tenaza porque el toro tardeaba, se vaciaban con suavidad; los toques fueron muy precisos; la ligazón en trenzas, espectacular por la firmeza. Espléndidos los pases de pecho o cambiados en que Luque se echó el toro por delante a suerte cargada.
Ligar el molinete con el de pecho, el de pecho con el de la firma o el del desdén, y volver sin fatiga a la cara del toro una y otra vez sin que la faena perdiera intensidad ni ritmo. Logro mayor. Péndulos entre pitones cuando el toro estuvo sometido y hasta entregado. La música estuvo atenta pero a la espera y sólo cuando Daniel fue a cambiar la espada. Se volvieron contra los músicos algunos y la banda calló. La estocada fue de ley, rodó el toro y estalló un júbilo muy de toros.
Era la primera vez que lidiaba en la feria de Abril Joaquín Morales con su ganadería de encaste Jandilla y sus dos hierros, el de Torrehandilla –divisa roja- y el de Torreherberos -divisa verde. Cosas que sólo pasan en Sevilla: los Torrehandilla se soltaron con la divisa verde y los Torreherberos, con la roja. Fue, para ser un debut de lujo, una corrida de muy desigual fachada y, luego, justa de fondo, resistencia y ganas de pelea. El primero, de franciscana bondad, fue para El Cid un mero coser y cantar que se celebró con palmas frías y música castigadora, porque se arrancó la banda con racanería y dejó de tocar –el Ragón Felez- al primer apagón. Una trinchera pomposa, buen compás en el toreo con la derecha, el toro bien soltado. Una notable estocada.
El segundo, cubeto de cuerna, finas horcas como de toro criado con fundas, no tuvo ni fuerza ni entrega. Cayetano le pegó rígidos lances en el saludo, Luque quitó marchoso a la verónica y Cayetano replicó sin particular fortuna. Basto, acarnerado, bajo de agujas, el tercero se blandeó de varas y a los diez muletazos volvió grupas. Una de las rajadas mayores de la feria. Se rebrincaba, no quería ni tampoco terminaba de protestar ni de dejarse. Le buscó las cosquillas Daniel con un trabajo seguro y sencillo que iba a ser anuncio de la espléndida faena de última hora.
A las ocho menos cuarto pasaron por delante de la Maestranza como todas las tardes una ambulancia y un coche de bomberos a toda sirena. El cuarto toro –de ancha corola- se rompió una mano en un hoyo. Soltaron un sobrero con divisa roja y la mitad de cara que el recién devuelto, y El Cid lo trató con la mayor suavidad posible. Ni así. Se vino abajo el toro, que fue el de más pobre nota.
Protestaron por anovillado el quinto de corrida que tenía sin embargo sus dos pitones puestos. Encogido, casi frenándose, parecía toro de resistirse a todo. Le ganó la partida con decisión y gitanería Cayetano en una faena de dar el pecho, asentarse, torear con el ajuste imprescindible, sacar los brazos y saber desplantarse y dominar, por tanto, la escena. Los muletazos genuflexos de tanteo y horma, que sacaron del toro lo que tanto parecía resistírsele, tuvieron regusto del bueno. Pero también ese quinto toro se rajó después de rendirse. Cayetano sintió el calor de su público. Un pinchazo, una estocada, una vuelta al ruedo casi clamorosa.

Crónica_Sevilla: Mariano Aliaga


SEVILLA: DANIEL LUQUE, UN DIABLO EN EL INFIERNO

MARIANO ALIAGA / HIDROCÁLIDO

La feria circula como trasladados al “infierno”, postizo añadido al Real lleno de cacharritos, noria y montaña rusa con vagoneta que primero subió tranquila la pendiente de los aburrimientos toristas para bajar con vértigo gracias al impulso de Juli y Manzanares haciéndonos circular boca abajo igual que pusieron la plaza.

Llegaron después tres días más de relajamiento plano en recta infinita, tal como llegan algunos al tendido después de excesos de manzanilla o rebujito en casetas a mediodía. Esos a los que ayer la actitud de los toreros, sobre todo Luque, fastidiaron el puntito en que se desea ausencia, porque se empeñaron en ser ellos la atracción en lugar de las del “infierno”.

Enfrente toros de Torrehandilla y Torrehebreros, con pitones enrojecidos parecían diablillos, pero solo de apariencia porque resultaron faltos de raza aunque nobles, que pudieron inclinar la balanza del lado soporífero por el peso de la mansedumbre, de no ser por la actitud de los de luces. Una excepción, el primero de la tarde, con clase y duración, importante, humillando en la muleta al galope. El resto rajados, unos antes y otros después.

Lidió El Cid a ese primero con buena técnica y poco lustre. Un Cid tránsfuga porque antes dominaba con la izquierda y ahora domina con la oposición, consiguiendo por la derecha las mejores tandas. Más decisión y cercanía faltaron al torero de Salteras conformándose con una faena correcta, necesitada de ambición para cortar un par de orejas que se quedo en la mitad después de buena estocada. Si le sirve, bienvenida sea.

El cuarto titular fue devuelto por la escasa paciencia del presidente sin esperar a una posible recuperación tras una primera vara que no pudo tomar. El sobrero del mismo hierro, sin fuerzas ni opciones de lucimiento. En el recuerdo, el que volvió a toriles.

Cayetano salió con ganas luciendo variedad con el capote en quites y galleos hasta el caballo. En el segundo de la tarde no apretó el acelerador y se rindió ante la mansedumbre expresa. Con el quinto derrochó voluntad descalzo, porque deben ser las zapatillas culpables de amplias distancias y cortos valores. Sintiéndose ligero afloró la vena con glóbulos de apellidos mostrándose muy firme ante un animal incierto al que no dudó un milímetro, incluso en tablas ya rajado, para robarle algunas tandas de mérito con las que hubiera cortado una oreja de no pinchar el primer intento aunque luego enterró el estoque, quedando en vuelta al ruedo tras petición.

Daniel Luque sobresalió por encima de sus compañeros mostrando una gran disposición, sin rendirse ante las pocas opciones de su lote. Inventor, o mago. Varita mágica sin secretos, solamente esfuerzo y fe. Sobre todo en sí mismo. Ya la faena al tercero fue merecedora de oreja si no hubiera pinchado, porque antes de huir su enemigo a la querencia pudo cuajarle buenas tandas en los medios. Después alargó en exceso el trasteo intentando recuperar la complicidad del tendido. En el sexto, su voluntad y decisión entre el tercio y las tablas, dejando la muleta en la cara, corriendo la mano y templando primero, redondo con arrimón después, le llevaron a pasear una merecida oreja sacada de la negra chistera vacía.

Un diablo.

FICHA

11ª Feria Sevilla. Lleno aparente.

3 Toros de Torrehandilla (2º, 3º y 6º)

3 Toros de Torrehebreros (1º, 4º bis y 5º)

El Cid: oreja y silencio.

Cayetano: silencio y vuelta al ruedo

Daniel Luque: saludos y oreja.

jueves, 5 de mayo de 2011

Sevilla_Crónica : José Antonio del Moral





10ª de feria en Sevilla. Sin continente ni contenido

Aburridísimo resultó el décimo festejo de esta feria que, desde el histórico triunfo de Manzanares, parece que ha entrado en barrena a la espera de lo que el alicantino haga el viernes. Por primera vez en muchos años, además, no se llenó la plaza en un miércoles de farolillos. Claro que en ello contó lo mal rematado del cartel con la inclusión de Matías Tejela que pasó el trance con más pena que gloria pese a como le embistió el primer toro, el único posible del flojísimo envío de Fuente Ymbro que desaprovechó. Miguel Ángel Perera, tan valiente como siempre, se estrelló con su deslucidísimo lote. Y a cargo de Alejandro Talavante corrió lo poco bueno que vimos con la muleta mientras duró el tercer toro.

Sevilla. Plaza de la Real Maestranza. Miércoles 4 de mayo de 2011. Décima de feria. Tarde calurosa con dos tercios de entrada.Siete toros de Fuente Ymbro incluido el sobrero que reemplazó al quinto, devuelto por derrengado. Bien aunque desigualmente presentados, nobles en distintos grados y muy flojos. El primero romaneó en varas al tiempo que blandeó, pero fue noble y repetidor. El segundo peleó con genio en el caballo y resultó muy incierto en la muleta. Blando y con clase aunque muy pronto rajado el tercero. Sin fuerza, noble y enseguida parado el cuarto. Sin la más mínima energía ni casta el quinto que se vino abajo nada más salir. Y poderoso aunque enseguida arruinado el sexto. Matías Tejela (blanco y oro): Buena estocada, palmas con saludos. Metisaca, pinchazo y estocada, silencio. Miguel Ángel Perera (encarnado y oro): Pinchazo y otro hondo caído que se hunde y descabello, silencio. Pinchazo, casi entera y descabello, silencio. Alejandro Talavante (blanco y plata): Dos pinchazos, estocada corta tendida y descabello, silencio. Estocada tendida, silencio.

Menos mal que al menos uno tiene que atravesar el Puente de Triana todas las tardes al ir y al volver de la Maestranza. Sobre todo en las malas tardes como la de ayer y van… La sin igual belleza de paisaje fluvial y urbano nos compensa de todo y hasta nos reconforta haya sido la corrida como fuere. Da lo mismo que haga sol o que esté nublado, que haga frío o calor. Lo que se ve desde el famoso puente siempre nos deja absortos en cualquier época de año, sea de día, tarde o noche. Hasta callendo chuzos merece la pena detenerse un minutito.

Hoy tengo que recurrir a estas bonitas sensaciones porque en la plaza no vimos casi nada que mereciera la pena. Si a caso, lo templados y personalísimos muletazos que dio Alejandro Talavante en su forzosamente corta faena al tercer toro de la infame corrida de Fuente Ymbro que, desgraciadamente, volvió a fracasar como en Castellón después del excelente envió que llevó a Valencia por las Fallas.

Otra vez tengo que frotarme los ojos pensando en cómo es posible que esta prestigiosa ganadería esté lidiando encierros tan diametralmente opuestos. Habrá que esperar a ver más corridas del mismo hierro para ver cuales predominan, si las buenas o las malas. La de ayer, aparte su muy desigual presentación, toros bonitos junto a otros de exagerada envergadura como los dos últimos, careció en su mayoría de fuerza y de casta aunque hubo un buen primero. Nada del otro mundo pero más que posible, y un sexto equívoco por su inicial poderío que enseguida se aplomó.

Este buen primer toro tuvo la desgracia de caerle a Tejela que anda tan vulgar y cansino como si en vez de llevar ocho años de matador de toros, fueran cuarenta o cincuenta los que lleva toreando. Pero así está el panorama de la segunda y tercera filas del toreo presente, las peores de la historia aunque algunos de los que la integran continúen toreando por aquello del cambio de estampitas entre los empresarios que también son apoderados.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Sevilla_Feria(VIII)_Crónica


SEVILLA: Y LOS SUEÑOS, SUEÑOS SON

MARIANO ALIAGA / HIDROCÁLIDO

Los artistas externos al ruedo que plasman en pintura, escultura y poesía la fiesta de los toros son capaces de transmitir conceptos diversos al espectador habitual. Sabiduría y don para hacer arte del arte.

Un amigo poeta, antes de la corrida, me decía que las tardes de viernes y sábado habían sido un plácido sueño con toros embistiendo, toreros a hombros, indultos y Puertas del Príncipe. Un sueño en Sevilla donde dormir es pecado porque la ciudad solo invita a vivir. También explicaba que antes de viajar aquí no hubiera imaginado mejor sueño que “Arrojado” y Manzanares. Todavía es el único tema de conversación.

Dormido con sonrisa abierta bajo los ojos cerrados, los clarines de la Maestranza han sonado como un despertador de martirio para romper la imaginación dormida, volviendo a la realidad más habitual.

Corrida de El Ventorrillo bien presentada pero sin tipo de embestir, cortos de cuello, lo peor estaba por dentro, huecos de raza, parecieron devolvernos al inicio de feria.

Lo mejor de la tarde pudo extraerlo El Juli al cuarto, menos malo del encierro. Naturales conseguidos por tesón y voluntad hasta que su enemigo sin balas se atrincheró en tablas, rajado. Estocada trasera y ovación merecida. Solo silencio escuchó tras liquidar al primero, que se metía por dentro con la cara arriba, no mereció más que la estocada casi entera, después de intentarlo.

Miguel Angel Perera alargó en exceso la primera faena con un toro que solo le miraba y derrotaba en el viaje. Tampoco tuvo suerte con el quinto que pronto se fue a la mansa querencia. Dos silencios.

Daniel Luque destacó en el sexto, que fue muy protestado por doblar en varas. Brindó al público recibiendo protestas por agravio de contraste, aunque luego demostró por qué mantuvo el capote arriba evitando la devolución. Con tesón pudo torear con la izquierda en fases lucidas para después hacerlo desperdicios al fallar a espadas, recibiendo palmas de consuelo.

Con el tercero también expuso sus ganas, pero no había opción siendo silenciado después de no acertar con los aceros.

Mejor hubiera sido seguir soñando. Para esto, por favor, no me despierten.

FICHA

Sevilla 8ª feria. Lleno

6 Toros de El Ventorrillo.

El Juli, silencio y ovación.

Miguel Ángel Perera, silencio y silencio.

Daniel Luque, silencio y palmas.


lunes, 2 de mayo de 2011

"Manzana, el fruto bendito" por Noelia Jiménez.







Tiene cuerpo de modelo y rostro de efebo griego. Por corazón lleva puesta una manzana y su Guillermo Tell particular lo atravesó con la fecha certera del toreo, envenenada la punta con la dulce ponzoña del arte.

Nunca ha sido la manzana un fruto bien digerido en el imaginario popular. Primero fue Eva, que, envuelta en gula y arrogancia, mordió el fruto prohibido y nos castigó de por vida a portar la cicatriz del pecado original, hipocalórico, sí, pero pecado en todo caso.

Pasaron unos cuantos siglos hasta que la manzana mostró una cara menos mala y se convirtió en el salvavidas del hijo de Guillermo Tell, legendario ballestero que hubo de hacerla añicos, posada sobre la cabeza de su churumbel, para que el tirano de su señor no lo condenase a muerte.

Un poco más tarde llegó el turno de Newton: la manzana de marras también le dio en la cabeza pero, mira tú por dónde, le estimuló las neuronas y el bueno de Isaac se puso de parto mental: así nació la ley de la gravedad.

Y, cosas de la vida, tuvo que ser un torero quien pusiera la manzana en el trono que le corresponde. Cuenta la leyenda que un 30 de abril de 2011 soñó el toreo en la Maestranza de Sevilla. Vestido de azul turquesa, bajó un trocito de cielo a un albero sediento de fugacidad eterna.

Acarició la muerte con el susurro quedo de un capote hecho de duende, para luego mecerla en el columpio de tela donde las muñecas impulsan el movimiento de una muleta que se mece al compás del corazón.

En cada natural se dormía, plácida, la gloria, abrazada sin pudor al deleite supremo de un paladar forjado al fuego de la fragua del empaque.

Y entre lance y lance, el runrún sinuoso de las musas, engalanadas hoy con sus más vistosos aderezos. Y entre olé y olé, un tragar saliva, un "esto no me puede estar pasando", un "no quiero despertarme nunca".

Y la manzana, más brillante y más encarnada que nunca, abrió su corazón en dos para que Manzanares sembrase el albero maestrante con las pepitas del fruto que, desde hoy, ha pasado a ser bendito.

domingo, 1 de mayo de 2011

Sevilla: la Crónica de Barquero







Indultado un toro de Cuvillo, Manzanares a cámara lenta

Sevilla, 30 abr. (COLPISA, Barquerito)
Sevilla. 7ª de abono. Lleno. Soleado, bueno.

Seis toros de Núñez del Cuvillo. El segundo, sobrero. Corrida astifina y bien armada, de excelentes hechuras y variado remate. Fueron de muy buena nota primero, tercero y sexto. Indultado el tercero. Bravo y un punto celoso el segundo, que no tuvo el son pautado de los otros tres. Quebrado en dos varas muy duras, quedó por verse el cuarto. El quinto, lastimado al rematar de salida, no pudo. Invitado por Manzanares, el ganadero –Álvaro Núñez Benjumea- le acompañó en una vuelta al ruedo festejadísima antes de soltarse el cuarto.
Julio Aparicio, de añil y oro, leves pitos y silencio. Morante de la Puebla, de verde esperanza y oro, saludos y algunos pitos. José María Manzanares, de cobalto y oro, dos orejas simbólicas tras el indulto del tercero y. A hombros por la Puerta del Príncipe.
Espectaculares pares de banderillas de Trujillo, Curro Javier y Luis Blázquez, todos gente de Manzanares. Buenos puyazos de Chocolate al tercero.
Texto
Cuatro años después volvió a lidiar Cuvillo una corrida en Sevilla y se tuvo claro desde el arranque que el regreso iba a ser sonado. Un primer toro colorado de soberbia popa -531 kilos-, cortito de manos y descarado que salió galopando, fue muy pronto y llenó plaza con esas dos virtudes tan de bravo. Aparicio dibujó en el recibo espléndidos garabatos con el capote pero sin terminar de encajarse y, después de tomar el toro una vara de bravo –fijeza, empuje-, cargó las tintas y la suerte en un quite rumbosísimo y sinuoso de dos verónicas agitanadas –salió el toro como escupido-, media de filigrana, una revolera y dos recortes porque el toro seguía las telas sin daño.
Después de la segunda vara salió Morante a quitar y se dejó ir en tres verónicas enroscadas de fantástico empaste, el vuelo justo, gran cadencia, y media de tanto compás como cualquiera de los tres lances previos. Se arrancó la música. En banderillas estaba todavía el toro caliente y persiguió sin hacer hilo a Caíto Quintana tras el segundo par, lo derribó y le perdonó.
La corrida no iba a tardar en embalarse. Para gloria mayor del ganadero, y de Manzanares, y de su toreo de muleta a cámara lenta, recosido y enroscado sin soltar apenas toro, en vertical, de brazos mecidos y cintura flexible. Un Manzanares plantado con insolente seguridad delante del tercero de la tarde. Y delante del sexto también, pero no tanto. Manzanares consiguió provocar el indulto del tercero al cabo de prolija faena donde no hubo ni que elegir terreno, por la docilidad del toro, y sí mano, porque la lesión de la izquierda impide a Manzanares torear con la soltura propia. Fue fundamental la gracia de adornos varios: una arrucina, el molinete del Gallo, la trinchera, el pase de las flores, dos o tres cambios de mano por delante, los cambiados de remate sacados al hombro contrario. Con ellos ganaron color la caligrafía y el solfeo de la faena.
El toro, de son tan retemplado, se había ido suelto un par de veces a final de faena y las embestidas empezaron a resultar mecánicas de tan pastueñas. La petición de indulto se embaló tanto como el aire de la corrida, la banda hizo de Cielo Andaluz un concierto, y el palco se avino al plebiscito. Envuelto en los bueyes, el toro volvió a corrales galopando. El indulto –primero concedido en Sevilla desde 1965, honrado entonces un novillo del Marqués de Albaserrada- vino de mano de la euforia y la euforia se hizo contagiosa. Más bravo fue, en rigor, el primero de corrida, pero a Aparicio, apenas recuperado de una seria lesión de rodilla, le faltó aire para llegar más allá de los diez muletazos. Tanto pesaba el toro a pesar de su nobleza.
El segundo cuvillo, tras apretar en duro puyazo trasero, salió quebrado. Lo devolvieron precipitadamente. El sobrero, venido arriba en banderillas, sacó una bravura no díscola pero sí celosa nada fácil de gobernar. Morante, muy confiado en una trenza inicial, se encontró de pronto demasiado toro, porque de puro codicioso le salía por todas partes. Combate en tablas. Algún muletazo delicioso, la torería de Morante. Lo sacaron a saludar. Después vino el indulto del toro Arrojado y entonces sacó Manzanares a Álvaro Cuvillo para dar la vuelta al ruedo con él. Lo nunca visto.
Después siguieron dos frustraciones: el cuarto, de lindo gateo, se acabó en un segundo puyazo implacable; el quinto, que remató de salida con gran estilo, se lesionó en uno de los dos remates y quedó tullido. Abreviaron Aparicio y Morante. Y saltó el sexto, que fue de excelente condición. Ritmo más agreste que el de primero o tercero, pero una alegría abierta que no tuvieron los otros dos. Pies de bravo en banderillas y una cadencia de embestida muy notable. Manzanares se rompió más con este sexto que con el tercero, la faena muy más intensa y por tanto más breve –el desparpajo y la velocidad, y la postura, casi las mismas- y las pausas se hicieron raras porque no las pedía el toro. Una estocada tendida. Después de tanta pelea se fue a morir el toro a tablas.

Sevilla_Preferia(VI)_Crónica





SEVILLA: MANZANARES INDULTA Y CORTA CUATRO OREJAS

MARIANO ALIAGA / HIDROCÁLIDO

Puedo asegurar que después de finalizar el festejo, vi a la Giralda inclinarse en gesto de pleitesía a un torero que había derramado su arte dentro de la cercana Maestranza. Giró la vista la Torre del Oro y el Guadalquivir hizo la ola. Todo por el terremoto con epicentro en la plaza provocado por Jose María Manzanares. Fuerte sacudida en Sevilla, España y todo el mundo taurino. No hubiéramos abandonado nuestra localidad en toda la noche para seguir percibiendo el aroma de torería que en el albero quedaba, como vapor de una lluvia que afortunadamente respetó el festejo. Tarde histórica, con discutible indulto, pero histórica por ello, el primero de la historia en esta plaza a un toro, porque hace cuarenta y tres años fue perdonado un novillo de Albaserrada. Hoy, Manzanares cruzaba a hombros la Puerta del Príncipe con cuatro orejas en el esportón escuchando los gritos ¡Torero, torero! del público que llenó el tendido y permaneció allí inmóvil hasta ver al alicantino desaparecer entre la multitud que esperaba en la calle.

Gran faena a su primero de la ganadería titular Nuñez del Cuvillo, de nombre “Arrojado” con 500 kilos en la romana, justo de presencia, salvado por delante. Bravo y noble en los engaños, cumplió en el caballo, sin más, donde le midieron el castigo con un segundo puyazo de trámite. Humillando y con transmisión e incansable embistiendo. No pareció ser completo en la lidia. Sevilla tuvo que ser más severa y no atender una demanda iniciada desde el ruedo. Manzanares estuvo cumbre toreando, sobre todo en temple y elegancia siendo culpable del perdón. Buen recibo por verónicas y con la muleta enganchando delante y rematando muy atrás. Mejores los de figura recta como los monumentos que le rodeaban, parecía posar para sesión de moda mientras con mano baja mandaba al “cuvillo” incluso en las tandas que cambiaba el viaje, corrigiendo sobre la marcha. Excelentes los de compás abierto por ambos pitones cargados de riñones. Todo de verdad y muy despacio, muy sevillano, sin prisa, pero haciendo las pausas para la recuperación de su enemigo, hoy amigo colaborador del triunfo. Intercalando espaldinas y rematando con cambios de mano más el de pecho muy largos y final de faena enroscándose el toro a la cintura. Tras sus miradas al palco, el público comenzó a pedir el indulto entre la apoteosis, que finalmente fue concedido. Vuelta al ruedo con dos orejas que nadie pidió, no por falta de méritos, que sobraban, sino porque el público anduvo despistado debido a la falta de costumbre de ver el pañuelo naranja. Las grandes faenas se premian con trofeos al torero, no con indultos. Afortunadamente el presidente, atento, asomó los dos pañuelos blancos. Vuelta al ruedo con el ganadero llorando, como parte del público.

En el sexto, Manzanares volvió a recrearse con otro toro pleno de calidad. Naturales y derechazos para volver a vivir lo que con su tercero había parecido un sueño. Estocada arriba y otras dos orejas.

A Morante le devolvieron demasiado pronto el primero al caer después de ir al caballo. El sobrero, del mismo hierro, tuvo transmisión, pero a Morante le faltó temple y planteamiento en una faena acelerada que se quedó con el premio de saludos desde el tercio. En su segundo, flojo, ya cogió la franela para tras un breve tanteo tirarse a matar, recibiendo pitos.

En el que abría plaza, para Julio Aparicio, pudimos ver lo mejor con los capotes. Verónicas de inicio y quite con mucho temple al que respondió Morante con una verónica y una media que sus seguidores se llevan a casa como recuerdo.

Julio Aparició inició la faena a su primero creando esperanzas para luego caer en la desconfianza escuchando algunos pitos. En el cuarto simplemente abrevio, siendo pitado. Su lote merecía y podía más.

Siete orejas en dos tardes. Menuda fiebre.