viernes, 4 de junio de 2010

3ª ANIVERSARIO-MADRID



MADRID, 3ª ANIVERSARIO. OREJA AL EMPERADOR CASTELLA
Mariano Aliaga / HIDROCÁLIDO

Como es sabido, a principios del siglo XIX España libró la guerra de la Independencia contra las tropas francesas de Napoleón Bonaparte. Como si retrocediéramos dos siglos, ayer en Madrid, un embajador francés, Sebastián Castella, intentó conquistar de nuevo la catedral del toreo, entrando, como entonces, con la conformidad de los españoles que le admiten en su Corte de figuras. Toda la diplomacia desplegada fue de gusto exquisito destacando en el primer intento los lances a pies juntos de los comienzos como expresión de las buenas maneras o “savoir faire”, que prolongó en un quite por salterillas como réplica al interpretado por Perera con gaoneras, ambos angelicales, pero en comparación, dios estuvo aquí el día anterior y realizó los quites como él mismo.
Inicio de faena con cambiados por la espalda citando de lejos igual que en la siguiente tanda con la mano derecha, ya templando y sometiendo a un toro de gran calidad. Ahí ya parecía tener conquistada a toda la plaza, pero no contaba con la posterior rebelión del dos de mayo en el sol exigiéndole que no solo estuviera en su sitio en el primer pase sino en todos y además ligando. Eterno debate o rápido final si se aplica la física para entender que si se cita en el cacho saldrán de uno en uno y si se liga no pueden ser en el sitio salvo el primero. Otra cuestión es por donde pasarse los pitones, dentro o fuera, o el embarque con bamba o pico de la muleta. Algunos aficionados de sombra, afrancesados por un día, respaldaron la labor de Castella que continuó con temple y soportando los parones sin moverse, ligando series con los pies clavados, manejando solamente la franela, en derroche de mando y poder, para finalizar con desplante metiendo la cara entre los pitones. Consiguió rematar una faena importante con una estocada hasta la cruz. Pañuelos en los tendidos incluso de los indecisos, ni afrancesados ni españolistas, que los retiraron pronto para no llamar la atención con la duda de equivocarse ante la presión de los rebeldes. Una merecida oreja le concedió el presidente Godoy, perdón Manuel Muñoz Infante.
En el quinto, otro asalto importante con otro toro importante de Victoriano del Río, recibiéndole con verónicas como vals de fiesta en palacio con bailes de salón en Versalles o Aranjuez. Otra pieza en el quite por delantales con la réplica de Perera, variada, por chicuelinas y tafallera. El francés ya había entrado ayer con honores en Madrid tras la primera faena y solo faltaba un trofeo para abrir la puerta de Alcalá como nuevo emperador. Galopa el toro desde el burladero hasta las medios donde Castella, convertido en estatua, no levanta la mirada del suelo hasta que enlaza con dos trincherazos y un molinete para poner la plaza bocabajo. Tandas por ambas manos con la complicidad de un animal que se presta a todas las suertes con transmisión y bondad. Pero de nuevo el levantamiento del sol provoca las dudas de los indecisos que jaleaban a Castella y la faena va a menos, también porque el recorrido del toro se acorta, sin que por ello El Emperador baje una milésima su disposición, aunque no consigue mantener el tono. Pinchazo que cierra la puerta grande, media y descabello.
El Fundi desperdició un magnífico ejemplar, bravo y noble que hizo cuarto, mostrándose desconfiado, como sin atreverse al enfrentamiento que seguro le hubiera conducido al triunfo. El primero no lo vio claro y abrevió. Algunos pitos de condena como fusilamiento del tres de mayo.
Miguel Angel Perera nada pudo hacer con el inválido tercero y en el último eternizó una labor sosa con un toro también sin sal, ni pimienta.
El final del sueño sería ver mañana el retrato de la tarde en dibujos de Francisco de Goya.

FICHA

3ª Aniversario. Lleno.

5 toros de Victoriano del Río
1 toro de Cortés (6º)

El Fundi, silencio y pitos .
Sebastián Castella, oreja y saludos .
Miguel Ángel Perera, silencio y silencio

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