Tiene cuerpo de modelo y rostro de efebo griego. Por corazón lleva puesta una manzana y su Guillermo Tell particular lo atravesó con la fecha certera del toreo, envenenada la punta con la dulce ponzoña del arte.
Nunca ha sido la manzana un fruto bien digerido en el imaginario popular. Primero fue Eva, que, envuelta en gula y arrogancia, mordió el fruto prohibido y nos castigó de por vida a portar la cicatriz del pecado original, hipocalórico, sí, pero pecado en todo caso.
Pasaron unos cuantos siglos hasta que la manzana mostró una cara menos mala y se convirtió en el salvavidas del hijo de Guillermo Tell, legendario ballestero que hubo de hacerla añicos, posada sobre la cabeza de su churumbel, para que el tirano de su señor no lo condenase a muerte.
Un poco más tarde llegó el turno de Newton: la manzana de marras también le dio en la cabeza pero, mira tú por dónde, le estimuló las neuronas y el bueno de Isaac se puso de parto mental: así nació la ley de la gravedad.
Y, cosas de la vida, tuvo que ser un torero quien pusiera la manzana en el trono que le corresponde. Cuenta la leyenda que un 30 de abril de 2011 soñó el toreo en la Maestranza de Sevilla. Vestido de azul turquesa, bajó un trocito de cielo a un albero sediento de fugacidad eterna.
Acarició la muerte con el susurro quedo de un capote hecho de duende, para luego mecerla en el columpio de tela donde las muñecas impulsan el movimiento de una muleta que se mece al compás del corazón.
En cada natural se dormía, plácida, la gloria, abrazada sin pudor al deleite supremo de un paladar forjado al fuego de la fragua del empaque.
Y entre lance y lance, el runrún sinuoso de las musas, engalanadas hoy con sus más vistosos aderezos. Y entre olé y olé, un tragar saliva, un "esto no me puede estar pasando", un "no quiero despertarme nunca".
Y la manzana, más brillante y más encarnada que nunca, abrió su corazón en dos para que Manzanares sembrase el albero maestrante con las pepitas del fruto que, desde hoy, ha pasado a ser bendito.
3 comentarios:
Manzanares si sigue asi sera probablemente casi mejor que su padre y ya es decir,es lo mas en el toreo,yo le vi en Sevilla y me quedo fascinando con su arte y su empaque ,su toreria,esperemos que en Madrid le podmos ver asi en San Isidro,que ya toca la verdad,y mientras hoy disfrute de Fandiño un torero en alza con valor y mucha toreria,un saludo Javier,sigue asi.
Javier, muchas gracias por publicar este texto en tu blog. Es un honor para mí.
Un beso.
Hola Anónimo, muchas gracias!!!.. mi enhorabuena para Fandiño que está luchando por conseguir sus objetivos.
Noelia el honor es mio por contar con tú firma. Muchas gracias!!.
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