MADRID, 13ª de Feria. TRES DECEPCIONES EN TRES DIMENSIONES
Mariano Aliaga / HIDROCÁLIDO
Nosotros los españoles somos más chulos que nadie. Cuando el veinte por ciento del paro asfixia la economía general y particular, nosotros estrenamos una nueva forma de ver la televisión: En tres dimensiones; ancho, alto y profundo. De escalofrío dicen que es ver salir los toros por los toriles que están encima del mueble y empujan a refugio tras sofá, convertido en burladero, recordando a los novilleros del lunes. Imaginen la familia comiendo palomitas asomándose como peón consejero en la tronera o con empujones cuando quiere entrar el cuarto que no cabe. Dicen que para ver así los toros , además de la gafas imprescindibles te regalan un capote de defensa propia.
El espectáculo elegido por la cadena para inaugurar el sistema ha sido la corrida de hoy en la que los toros del Puerto de San Lorenzo han sido los únicos anchos, altos y hondos. Astifinos, serios y con cuajo, hacia falta un par para estar delante. Pero además es que han resultado nobles y llegaron a la muleta con calidad, sobre todo las perlas que han hecho cuarto y sexto. Rebuscando algún aspecto negativo, quizás les faltó una pizca más de fuerza en el último tercio, excepto el quinto que más que una pizca necesitaba un puñado. Tres dimensiones de los toros y tres decepciones en toreros.
La terna anduvo en solo dos, alto y ancho, faltando la profundidad del toreo que engancha con el tendido. El Cid en su primero, por la senda donde solo se sube y no se baja, camino cuesta arriba. Como el final de sus muletazos, arriba, sin posibilidad de ligar con el siguiente y sin imponer su mando. Labor manchada y marcada por enganchones de muleta. Si el animal hablara rogaría por abajo, por favor, déjame que me luzca. Pero no, el sevillano remataba arriba mientras se inquietaba al comprobar que se le marchaba, y se le fue. Estocada trasera y descabello.
En el cuarto, consciente de la importancia del momento, quiso compartirlo con el público en un brindis montera en pecho, sentido, como solicitando reconciliación. Pero no fue posible porque la calidad del enemigo fue mayor que el anterior, viniéndose de lejos, y ahí El Cid interpretó lo mejor de la tarde con un derechazo largo, de adelante a atrás, profundo, de los suyos de antes. Pero no hubo continuidad y sí ansias más precipitación. Intentos por ambos pitones buenos, de los que evidencian carencias rebelando al tendido en contra. La faena fue a menos sobre todo al cambiar de los medios al tercio, donde el toro protestaba, no se sabe si por eso o por llevarse sus orejas puestas, con lo que él había hecho para verlas en las manos del sevillano. Estocada.
Castella dejó marcadas sus voluntades en el quite al primero, cuando la sosería impregnaba la tarde, alejándose y echándose el capote a la espalda para pasárselo por gaoneras. Recibió al segundo rodilla en tierra, con gusto, paro al levantarse perdió el capote arrebatado y se enfadó tanto que interpretó las verónicas de la rabia y la media del amor propio. En la muleta, dos tandas con la derecha y cambio de mano en el remate con la onda que no sintoniza el tendido. Algo falta. Lejos de aquellas faenas eléctricas del francés, ahora parece sin esfuerzo aunque no lo sea. Tan fácil parece que sorprende y asusta la voltereta la segunda vez que entra a matar provocando reacción de aplausos y ánimo. Demasiado tarde. El quinto, muy flojo mínimos intentos y a matar mal otra vez.
Rubén Pinar dejó marchar la finca y los sueños por la puerta de arrastre, con las mulillas de la ausencia de verdad y entendimiento. Es joven pero el tren para pocas veces y lo que las mulas se llevan no vuelve. Buen toro el tercero que recibió mil y un pases de cuento de Sherezade. Un cuento. Y la cantidad de veces que se lo advirtieron los exigentes. Pero ocurre que si no hay lo que piden los exigentes el resto no se enteran, porque no sienten. Y la pobre Sherezade repitió las mil y una noches, perdón, Pinar los mil y un pases en el sexto, cuando ya el tendido se lo sabía de memoria. Y eso que el que cerró plaza fue el mejor de todos, dentro de las tres dimensiones de la corrida.
FICHA
13ª de San Isidro. Lleno de No hay billetes
6 Toros de Puerto de San Lorenzo
El Cid, silencio y silencio.
Sebastián Castella, saludos y silencio.
Rubén Pinar, silencio y silencio.
Mariano Aliaga / HIDROCÁLIDO
Nosotros los españoles somos más chulos que nadie. Cuando el veinte por ciento del paro asfixia la economía general y particular, nosotros estrenamos una nueva forma de ver la televisión: En tres dimensiones; ancho, alto y profundo. De escalofrío dicen que es ver salir los toros por los toriles que están encima del mueble y empujan a refugio tras sofá, convertido en burladero, recordando a los novilleros del lunes. Imaginen la familia comiendo palomitas asomándose como peón consejero en la tronera o con empujones cuando quiere entrar el cuarto que no cabe. Dicen que para ver así los toros , además de la gafas imprescindibles te regalan un capote de defensa propia.
El espectáculo elegido por la cadena para inaugurar el sistema ha sido la corrida de hoy en la que los toros del Puerto de San Lorenzo han sido los únicos anchos, altos y hondos. Astifinos, serios y con cuajo, hacia falta un par para estar delante. Pero además es que han resultado nobles y llegaron a la muleta con calidad, sobre todo las perlas que han hecho cuarto y sexto. Rebuscando algún aspecto negativo, quizás les faltó una pizca más de fuerza en el último tercio, excepto el quinto que más que una pizca necesitaba un puñado. Tres dimensiones de los toros y tres decepciones en toreros.
La terna anduvo en solo dos, alto y ancho, faltando la profundidad del toreo que engancha con el tendido. El Cid en su primero, por la senda donde solo se sube y no se baja, camino cuesta arriba. Como el final de sus muletazos, arriba, sin posibilidad de ligar con el siguiente y sin imponer su mando. Labor manchada y marcada por enganchones de muleta. Si el animal hablara rogaría por abajo, por favor, déjame que me luzca. Pero no, el sevillano remataba arriba mientras se inquietaba al comprobar que se le marchaba, y se le fue. Estocada trasera y descabello.
En el cuarto, consciente de la importancia del momento, quiso compartirlo con el público en un brindis montera en pecho, sentido, como solicitando reconciliación. Pero no fue posible porque la calidad del enemigo fue mayor que el anterior, viniéndose de lejos, y ahí El Cid interpretó lo mejor de la tarde con un derechazo largo, de adelante a atrás, profundo, de los suyos de antes. Pero no hubo continuidad y sí ansias más precipitación. Intentos por ambos pitones buenos, de los que evidencian carencias rebelando al tendido en contra. La faena fue a menos sobre todo al cambiar de los medios al tercio, donde el toro protestaba, no se sabe si por eso o por llevarse sus orejas puestas, con lo que él había hecho para verlas en las manos del sevillano. Estocada.
Castella dejó marcadas sus voluntades en el quite al primero, cuando la sosería impregnaba la tarde, alejándose y echándose el capote a la espalda para pasárselo por gaoneras. Recibió al segundo rodilla en tierra, con gusto, paro al levantarse perdió el capote arrebatado y se enfadó tanto que interpretó las verónicas de la rabia y la media del amor propio. En la muleta, dos tandas con la derecha y cambio de mano en el remate con la onda que no sintoniza el tendido. Algo falta. Lejos de aquellas faenas eléctricas del francés, ahora parece sin esfuerzo aunque no lo sea. Tan fácil parece que sorprende y asusta la voltereta la segunda vez que entra a matar provocando reacción de aplausos y ánimo. Demasiado tarde. El quinto, muy flojo mínimos intentos y a matar mal otra vez.
Rubén Pinar dejó marchar la finca y los sueños por la puerta de arrastre, con las mulillas de la ausencia de verdad y entendimiento. Es joven pero el tren para pocas veces y lo que las mulas se llevan no vuelve. Buen toro el tercero que recibió mil y un pases de cuento de Sherezade. Un cuento. Y la cantidad de veces que se lo advirtieron los exigentes. Pero ocurre que si no hay lo que piden los exigentes el resto no se enteran, porque no sienten. Y la pobre Sherezade repitió las mil y una noches, perdón, Pinar los mil y un pases en el sexto, cuando ya el tendido se lo sabía de memoria. Y eso que el que cerró plaza fue el mejor de todos, dentro de las tres dimensiones de la corrida.
FICHA
13ª de San Isidro. Lleno de No hay billetes
6 Toros de Puerto de San Lorenzo
El Cid, silencio y silencio.
Sebastián Castella, saludos y silencio.
Rubén Pinar, silencio y silencio.
1 comentario:
Lo has clavao Javier. Sobre todo cuando dices que lo que se llevan las mulas para el patio de arrastre ya no vuelve... y aller se llevaron tela del telón.
Lo del Cid es de juzgado de guardia. Semejante torero y que no lo acaba de ver. Madre mia !!. Ojala este torero se recupere. Pero vamos, este está o ha estado en figura del toreo al igual que Castella, y una mala tarde como la del frances... la puede tener cualquiera. Pero lo de Pinar no tiene nombre. A que está esperando este crio para salir por la puerta grande de las ventas. Si ayer no lo consiguio no esperará conseguirlo con una de Moreno Silva ¿no?.
En definitiva, corrida muy completa del Puerto de San Lorenzo y poco más.
Un saludo javier.
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