MADRID, 6ª de Feria. MACÍAS, GALLO DE PELEA
Mariano Aliaga / HIDROCÁLIDO
Madrid, por un día, tuvo sabor mejicano. Trajes de charros y sombreros componían un abanico de contrastes entre el público habitual. Igual saltó al ruedo Arturo Macías, entre dos toreros madrileños a los que ganó limpiamente la partida por disposición y esfuerzo.
No lo tuvo fácil porque la corrida de La Martelilla remendada con un ejemplar de Domínguez Camacho no tuvo fuerza ni casta, al contrario que el hidrocálido derrochando la fuerza de las ganas y la casta torera de su valor seco y verdadero. Pero no valor de galería para aplauso fácil, sino valor de verdad buscando medios que permitieran ligar tandas de mérito, invadiendo terrenos prohibidos para provocar arrancadas, luchando contra viento y toro. Diccionario, el de Arturo, donde la palabra rendición no existe.
Abrir plaza en Madrid es una cuesta arriba más grande de lo que parece. Público frío ejerciendo de espectador indolente más atento de localizar al amigo en el tendido que los sucesos del ruedo. No fue suficiente con volver a intentar el quite impedido por el viento en declaración de intenciones. Mérito tiene desperezarlos arriesgando con pases cambiados por detrás desde lejos y en los medios, como inició la faena Macías, despertando incluso a los de la siesta. Mando e inteligencia al dejarle la muleta en la cara para llevarlo toreado, pudiéndole, con lo que el toro se raja y se dirige a tablas, exigiendo un esfuerzo y un derroche de valor con el precio de dos revolcones y un pisotón en la boca para quien no volvió la cara y asumió el riesgo, recordando tardes pasadas en Valencia y Sevilla. Mató al manso de estocada y los del sueño volvieron a la siesta durante cuatro toros.
En el último, cuando la tarde caía en barrena hacia la decepción, interpreto unos lances por verónicas en el recibo muy aplaudidos, que provocaron la atención del público y se lo puso a favor. Más aún cuando lentamente se puso el capote por la espalda y lanceó muy ceñido premiado con otra ovación. Brindis al público, que suspiraba por un triunfo, para sacarse al animal hasta los medios y allí citar de lejos ligando una tanda con la diestra coreada con olés y finalizada con un ¡Viva Méjico! En las dos tandas posteriores intercala sorprendentes pases por detrás hasta que el toro se paró para defenderse y entonces Macias puso una sola bala en el revolver haciendo girar el cargador, yéndose a las extremas cercanías donde los pitones le rozan el pecho, bajo el brazo y la cara, para terminar de convencer a los incrédulos. Por si fuera poco, remata con manoletinas de alta tensión rematadas con desplante cuando ya el animal solo se defendía. Estocada para salir al tercio a recibir la ovación.
Abellán lo intento con temple a media altura en su primero para cuidar al inválido, sin transmisión al tendido. Igual que el cuarto en el que alargó la sosa faena con un toro que nunca bajó la cara.
Cesar Jiménez, también impedido con el lote, ni siquiera lidió uno del hierro titular, por devolverle el primero tras un derrumbe en el capote de Abellán y corresponderle en suerte el remiendo. Intentos en vano ante la escasez de fuerzas y la justa impaciencia del respetable.
A la vista de cómo estaba el corral destacó la pelea del gallo.
Mariano Aliaga / HIDROCÁLIDO
Madrid, por un día, tuvo sabor mejicano. Trajes de charros y sombreros componían un abanico de contrastes entre el público habitual. Igual saltó al ruedo Arturo Macías, entre dos toreros madrileños a los que ganó limpiamente la partida por disposición y esfuerzo.
No lo tuvo fácil porque la corrida de La Martelilla remendada con un ejemplar de Domínguez Camacho no tuvo fuerza ni casta, al contrario que el hidrocálido derrochando la fuerza de las ganas y la casta torera de su valor seco y verdadero. Pero no valor de galería para aplauso fácil, sino valor de verdad buscando medios que permitieran ligar tandas de mérito, invadiendo terrenos prohibidos para provocar arrancadas, luchando contra viento y toro. Diccionario, el de Arturo, donde la palabra rendición no existe.
Abrir plaza en Madrid es una cuesta arriba más grande de lo que parece. Público frío ejerciendo de espectador indolente más atento de localizar al amigo en el tendido que los sucesos del ruedo. No fue suficiente con volver a intentar el quite impedido por el viento en declaración de intenciones. Mérito tiene desperezarlos arriesgando con pases cambiados por detrás desde lejos y en los medios, como inició la faena Macías, despertando incluso a los de la siesta. Mando e inteligencia al dejarle la muleta en la cara para llevarlo toreado, pudiéndole, con lo que el toro se raja y se dirige a tablas, exigiendo un esfuerzo y un derroche de valor con el precio de dos revolcones y un pisotón en la boca para quien no volvió la cara y asumió el riesgo, recordando tardes pasadas en Valencia y Sevilla. Mató al manso de estocada y los del sueño volvieron a la siesta durante cuatro toros.
En el último, cuando la tarde caía en barrena hacia la decepción, interpreto unos lances por verónicas en el recibo muy aplaudidos, que provocaron la atención del público y se lo puso a favor. Más aún cuando lentamente se puso el capote por la espalda y lanceó muy ceñido premiado con otra ovación. Brindis al público, que suspiraba por un triunfo, para sacarse al animal hasta los medios y allí citar de lejos ligando una tanda con la diestra coreada con olés y finalizada con un ¡Viva Méjico! En las dos tandas posteriores intercala sorprendentes pases por detrás hasta que el toro se paró para defenderse y entonces Macias puso una sola bala en el revolver haciendo girar el cargador, yéndose a las extremas cercanías donde los pitones le rozan el pecho, bajo el brazo y la cara, para terminar de convencer a los incrédulos. Por si fuera poco, remata con manoletinas de alta tensión rematadas con desplante cuando ya el animal solo se defendía. Estocada para salir al tercio a recibir la ovación.
Abellán lo intento con temple a media altura en su primero para cuidar al inválido, sin transmisión al tendido. Igual que el cuarto en el que alargó la sosa faena con un toro que nunca bajó la cara.
Cesar Jiménez, también impedido con el lote, ni siquiera lidió uno del hierro titular, por devolverle el primero tras un derrumbe en el capote de Abellán y corresponderle en suerte el remiendo. Intentos en vano ante la escasez de fuerzas y la justa impaciencia del respetable.
A la vista de cómo estaba el corral destacó la pelea del gallo.
FICHA
6ª San Isidro. Casi lleno.
4 toros de Martelilla
1 toro de Navalrrosal (3º)
1 sobrero de Hermanos Domínguez Camacho (5º, devuelto el 3ª, se corrió turno)
Miguel Abellán, silencio y silencio.
César Jiménez, silencio y silencio.
Arturo Macías, (confirmación), silencio y saludos
6ª San Isidro. Casi lleno.
4 toros de Martelilla
1 toro de Navalrrosal (3º)
1 sobrero de Hermanos Domínguez Camacho (5º, devuelto el 3ª, se corrió turno)
Miguel Abellán, silencio y silencio.
César Jiménez, silencio y silencio.
Arturo Macías, (confirmación), silencio y saludos
1 comentario:
Macias va a ser el gran torero de Mexico,el azteca sera en poco tiempo uno de los grandes no solo de su pais si no de todo el orbe taurino,tiene prestancia,arte,valor y arrojo,pero sobre todo ilusion en saber que haciendo las cosas como el el llegara muy lejos,ojala lo podamos ver y descubrir aqui a un torero que en su pais es ya una gran figura consagrada.
Publicar un comentario