foto:Un susto en la barrera. (blog:Larga Cambiada por Juan Miguel Sánchez Vigil)
MADRID, 21ª de Feria. TARDE DE TODO
Mariano Aliaga / HIDROCÁLIDO
Llegaron los nubarrones al cielo pero escampó en la plaza del aburrimiento general arrastrado, que pesa ya como losa en las piernas dobladas, las posaderas planas y el desánimo interior, aunque afortunadamente después de cada día amanece el siguiente con la ilusión y la pasión de ir a los toros. ¿Qué brebaje será el que nos infiltraron para poder continuar tantas tardes sin perder el ánimo? En el frasco pone “afición” , pero deben ser células madre que se van desarrollando, creciendo y multiplicando por dentro cada vez con más fuerza. De otra forma y aunque lo pregunten, no tiene respuesta,
Testosterona le debieron infiltrar ayer a Sergio Aguilar para estar delante de sus dos toros, el peor lote, con la firmeza y seguridad que anduvo. Muslos por delante sintiendo el aliento del toro en ellos, resbalando babas por la seda, pitones en el bordado. Y el tío, de luces, sin dudas ni escondidas. Cuatro toros tuvo que recibir para poder lidiar el que definitivamente hizo segundo, por devoluciones de inválidos y lesionado tras puyazo en mal sitio que se manifiesta con andares descompensados en el primer lance del quite de Bolivar. Tanto cambio para que se quedara el peor, con peligro, buscón, que al iniciar la faena le engancha por la pierna lanzándole al aire en fea voltereta. Ni se dolió, ni se miró el puntazo el madrileño para volver como si nada a la pelea imposible. Derrotes arriba y abajo. Horrible por el izquierdo, menos malo por el derecho por el que Aguilar le roba alguno a base de tesón.
El quinto aún peor porque además tenía violencia y la fuerza que le faltó al segundo. Al toro le costaba ir, rebrincado. Desconozco si Aguilar cerró los ojos para pasárselo pensando y auto convenciéndose de que el toro era noble, porque si no es difícil explicar tanta seguridad hasta el punto de ligar una tanda con la derecha en un palmo de terreno con los pitones aquí y allá, cazando mariposas imaginarias con tornillazos sin presa. Luego tuvo que meterse en los terrenos reservados, con la emoción y el temor del percance inmediato que por fortuna no se produjo. Hasta la suerte suprema en ambos fue bien interpretada con dos estocadas en todo lo alto.
Luis Bolívar estuvo a punto de cortar una oreja en su primero de acertar con la espada. Con un toro exigente, incómodo pero de gran transmisión, que se desplazó de lejos, al que Bolivar lució citandole en los medios, primero mano diestra para enroscarlo a su cintura y después con cartucho de pescado desplegado con la izquierda para torearlo por bajo, coreado todo por quienes otros días le negaron el pan. Pudiera ser que ayer se les subieron las emociones a la garganta, por la violencia del toro y la valentía del torero, y no les dejara hablar. En cada arrancada parecía que podía ser prendido, evitándolo con el movimiento de muleta, sin despegar zapatillas ni retirar el cuerpo aunque el toro se vencía y tiraba el derrote. Dura pelea sin gestos fáciles a la galería y la verdad por delante para poder torear. Bolívar en su mejor dimensión que no certificó con la espada.
Daba pena mirar su rostro al doblar el sexto que no le dio ninguna opción por inválido. Era su cartucho final en esta feria.
El Fundi no parece totalmente recuperado de los percances del año pasado. Extraño en él que no se acoplara con el buen primero, echando la pierna atrás y aliviando el físico. Él que tantas complicaciones de ganaderías exigentes ha superado. El cuarto, sobresaliente de la corrida por noble y manejable, tampoco fue espejo de acierto del Fundi. Intentos sin convicción.
De todo vimos. Nueve toros, desacierto en El Fundi, toreo con firmeza de Bolívar, valentía de Sergio Aguilar.
FICHA
21ª de San Isidro. Lleno.
5 toros de Javier Pérez-Tabernero
1 sobrero de Conde de Mayalde (Hizo 2º tras devolución del titular, otro de Domínguez Camacho y otro deTorrehandilla, )
José Pedro Prados 'El Fundi', silencio y silencio.
Sergio Aguilar, saludos y saludos.
Luis Bolívar, saludos y silencio
Mariano Aliaga / HIDROCÁLIDO
Llegaron los nubarrones al cielo pero escampó en la plaza del aburrimiento general arrastrado, que pesa ya como losa en las piernas dobladas, las posaderas planas y el desánimo interior, aunque afortunadamente después de cada día amanece el siguiente con la ilusión y la pasión de ir a los toros. ¿Qué brebaje será el que nos infiltraron para poder continuar tantas tardes sin perder el ánimo? En el frasco pone “afición” , pero deben ser células madre que se van desarrollando, creciendo y multiplicando por dentro cada vez con más fuerza. De otra forma y aunque lo pregunten, no tiene respuesta,
Testosterona le debieron infiltrar ayer a Sergio Aguilar para estar delante de sus dos toros, el peor lote, con la firmeza y seguridad que anduvo. Muslos por delante sintiendo el aliento del toro en ellos, resbalando babas por la seda, pitones en el bordado. Y el tío, de luces, sin dudas ni escondidas. Cuatro toros tuvo que recibir para poder lidiar el que definitivamente hizo segundo, por devoluciones de inválidos y lesionado tras puyazo en mal sitio que se manifiesta con andares descompensados en el primer lance del quite de Bolivar. Tanto cambio para que se quedara el peor, con peligro, buscón, que al iniciar la faena le engancha por la pierna lanzándole al aire en fea voltereta. Ni se dolió, ni se miró el puntazo el madrileño para volver como si nada a la pelea imposible. Derrotes arriba y abajo. Horrible por el izquierdo, menos malo por el derecho por el que Aguilar le roba alguno a base de tesón.
El quinto aún peor porque además tenía violencia y la fuerza que le faltó al segundo. Al toro le costaba ir, rebrincado. Desconozco si Aguilar cerró los ojos para pasárselo pensando y auto convenciéndose de que el toro era noble, porque si no es difícil explicar tanta seguridad hasta el punto de ligar una tanda con la derecha en un palmo de terreno con los pitones aquí y allá, cazando mariposas imaginarias con tornillazos sin presa. Luego tuvo que meterse en los terrenos reservados, con la emoción y el temor del percance inmediato que por fortuna no se produjo. Hasta la suerte suprema en ambos fue bien interpretada con dos estocadas en todo lo alto.
Luis Bolívar estuvo a punto de cortar una oreja en su primero de acertar con la espada. Con un toro exigente, incómodo pero de gran transmisión, que se desplazó de lejos, al que Bolivar lució citandole en los medios, primero mano diestra para enroscarlo a su cintura y después con cartucho de pescado desplegado con la izquierda para torearlo por bajo, coreado todo por quienes otros días le negaron el pan. Pudiera ser que ayer se les subieron las emociones a la garganta, por la violencia del toro y la valentía del torero, y no les dejara hablar. En cada arrancada parecía que podía ser prendido, evitándolo con el movimiento de muleta, sin despegar zapatillas ni retirar el cuerpo aunque el toro se vencía y tiraba el derrote. Dura pelea sin gestos fáciles a la galería y la verdad por delante para poder torear. Bolívar en su mejor dimensión que no certificó con la espada.
Daba pena mirar su rostro al doblar el sexto que no le dio ninguna opción por inválido. Era su cartucho final en esta feria.
El Fundi no parece totalmente recuperado de los percances del año pasado. Extraño en él que no se acoplara con el buen primero, echando la pierna atrás y aliviando el físico. Él que tantas complicaciones de ganaderías exigentes ha superado. El cuarto, sobresaliente de la corrida por noble y manejable, tampoco fue espejo de acierto del Fundi. Intentos sin convicción.
De todo vimos. Nueve toros, desacierto en El Fundi, toreo con firmeza de Bolívar, valentía de Sergio Aguilar.
FICHA
21ª de San Isidro. Lleno.
5 toros de Javier Pérez-Tabernero
1 sobrero de Conde de Mayalde (Hizo 2º tras devolución del titular, otro de Domínguez Camacho y otro deTorrehandilla, )
José Pedro Prados 'El Fundi', silencio y silencio.
Sergio Aguilar, saludos y saludos.
Luis Bolívar, saludos y silencio
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